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martes, 7 de enero de 2014

Dos palacio y un destino incierto


A pocos pasos de la estación de metro de Alonso Martínez, entre las calles Mejía Lequerica y San Mateo, se encuentran dos hermosos palacios, decadentes y casi moribundos, testigos de un olvidado pasado aristocrático. Se trata del Palacio del Conde de la Unión de Cuba, del que hablaré otro día, un edificio más o menos bien conservado y el Palacio del Marqués de Ustáriz, una casa palacio del siglo XVIII que se encuentra en un estado lamentable.
En la foto superior se pueden ver los dos palacios, uno frente al otro, el que peor aspecto tiene, con la fachada blanca, es el del Marqués de Ustáriz.

Historia y descripción del Palacio

En el solar que hoy ocupa el palacio, hubo unas viviendas que fueron propiedad de la marquesa de Serra. En 1748, estas viviendas fueron vendidas como pago a sus acreedores al I marqués de Ustáriz.
Las viviendas, que no eran más que unas casuchas, que había en este solar, fueron derribadas y se comenzó a construir el palacio. Todavía se conserva la estructura original, tiene forma de U, la zona noble, lo que es la casa palacio, da a la calle San Mateo, el resto de los edificios que rodean el solar fueron cocheras y vivienda para el servicio.


En el centro del solar hubo un hermoso jardín, hoy desaparecido y convertido en un barrizal lleno de material de obra.
Se cuenta que este palacio contaba con una magnífica biblioteca y hermosos salones con espectaculares frescos.

En la segunda mitad del siglo XVIII, el palacio es adquirido por el conde de Villagonzalo y el edificio se mantuvo en poder de los descendientes del conde hasta el año 2002, que pasa a manos de una empresa inmobiliaria.


Estado actual del palacio


Este edificio que había sobrevivido a las guerras, a la piqueta y que cuenta con una protección de máxima categoría, llegó al siglo XXI en un estado lamentable y ruinoso.
Como dije anteriormente, en 2002 fue adquirido por una empresa inmobiliaria que, al parecer, también se hizo con la propiedad de otros edificios singulares de Madrid. En este caso, en el viejo y arruinado Palacio de Ustáriz, se proyectó su rehabilitación para convertirlo en un lujoso hotel. Pronto los andamios cubrieron sus fachadas, se instaló una extraña cubierta y se realizaron otras reformas.

Pocos años más tarde, el palacio se vio salpicado por un supuesto delito y las obras fueron paralizadas en 2007.

A día de hoy, no parece las obras de rehabilitación hayan comenzado y el palacio se mantiene en pie, ruinoso, pero en pie. Lo triste sería que un buen día, por la dejadez de unos y otros, el palacio se viniese abajo, convirtiéndose en una montaña de escombros, eso sí, unos escombros con una categoría de máxima protección.




Bibliografía

Guía de los Palacios y Edificios Singulares del Madrid de 1868
Ediciones La librería (2010)



Fuente: MADRID NO ES MADRIZ

Calle de Santa Teresa

 Insólito callejero de Madrid 6. Calle de Santa Teresa

© Manuel Martínez Bargueño

Cuentan los cronistas de Madrid que la calle de Santa Teresa, entre la Plaza de Santa Bárbara y la calle Argensola, toma su nombre del convento de carmelitas descalzas de Santa Teresa, instituido  en tiempos de Carlos II por don Nicolás de Guzmán y Carafa, III duque de Medina de las Torres y príncipe de Astillano, siendo su fundadora la Venerable Madre Mariana Francisca de los Ángeles, interesantísima personalidad del barroco, escritora de su propia autobiografía, que era consejera del príncipe y cuidadora de sus negocios espirituales. El convento fue muy favorecido por los reyes, en especial por la primera esposa de Carlos II, María Luisa de Orleans y, consiguientemente, por la nobleza de la época. Los propios reyes Carlos y María Luisa asistieron a la primera misa que se celebró en su iglesia, el 9 de septiembre de 1684, oficiada  por el intrigante y altivo cardenal Portocarrero, personaje muy influyente en la Corte del último de los Austrias, que está enterrado en la catedral de Toledo bajo una lápida de cobre con una leyenda que dice HIC IACET PULVIS, CINIS ET NIHIL. Este convento debía ser bastante extenso pues ocupaba buena parte de la calle de Barquillo y desde la actual calle de Campoamor (antes Costanilla de Santa Teresa) se prolongaba por el espacio que hoy ocupan  las calles de Argensola y Orellana, lindando con la plaza de Santa Bárbara.


De la fábrica de este primitivo convento derribado en el siglo XVIII y de la construcción erigida en su lugar, terminada en 1717, nada queda, salvo un cuadro de Giulio Pippi, mas conocido como Julio Romano (1499-1546) “copia del célebre la Transfiguración de Rafael” que estaba en el retablo mayor de la iglesia y que pasó al Museo de la Trinidad y luego al del Prado[1]. Este edificio fue demolido a su vez en el siglo XIX[2]  y en la huerta que tenían las monjas se hizo un parque de recreo que tuvo el nombre de Jardines Orientales[3]. Posteriormente se abrirían las actuales calles de Justiniano, parte de las de Campoamor y Argensola y la prolongación de la de Santa Teresa.

Sabido todo o casi todo sobre los orígenes de esta calle, nos encaminamos hacia ella. La calle de Santa Teresa comienza en la Plaza de Santa Bárbara y termina en la calle de Argensola. Es una calle trajinera de día y bulliciosa, quizás demasiado, por la noche, en especial durante los fines de semana a lo que contribuye tanto su oferta propia de bares y restaurantes como la proximidad de los establecimientos hosteleros y terrazas de la  remodelada Plaza de Santa Bárbara, entre ellos la cervecería del mismo nombre donde es fama tiran la mejor cerveza de Madrid.


Abunda, pues, en esta calle los locales de ocio, bares, pubs, cafés, restaurantes, licorerías, junto a todavía algún establecimiento tradicional de estos que deberían estar protegidos por el Ayuntamiento como la Fábrica de Churros y Buñuelos del número 14 donde despachan ricos churros y porras a las gentes del barrio, mañana y tarde incluidos domingos y festivos.

A lo largo de la calle se alzan respetables edificios burgueses, construidos en el último cuarto del siglo XIX y en su mayoría remozados, con amplios zaguanes, y balcones y miradores de hierro forjado (números 5, 7, 9, 10, 14), aunque el edificio con mejor planta es el número 6, que hace esquina con Campoamor que tiene una notable portada en piedra.
 
He preguntado a algún vecino sobre la historia de este edificio, reconstruido en 1880, según reza en su dintel y me dicen que fue vivienda de una familia noble[4] y que el arquitecto de la portada pudo ser Pedro de Ribera. En el piso bajo están instaladas las oficinas de la Fundación Foro Agrario “órgano de pensamiento, expresión y debate sobre los grandes temas que afectan a la agricultura y al mundo rural, sostenida por un conjunto de entidades y asociaciones compuestas principalmente por ingenieros agrónomos” según explica su página web[5] y en su interior parece que hay un oratorio privado[6].
Dejamos para el final la escasa pero importante oferta cultural, de esta calle  que en su dia albergó (en el número 8) el Establecimiento Tipográfico de Francisco de Paula Mellado, gran divulgador de los libros y de la cultura en la España decimonónica. Al principio de la calle, nos encontramos con el atractivo escaparate de la Librería Paradox[7], fundada en 1978 y especializada en libros de humanidades (psicología, psicoanálisis, sociología y ciencias afines), justo al lado del café  Bulevar que hace esquina con la Plaza.
 


Precisamente en esta casa de vecinos, rotulada con el número 2, una lápida de mármol y bronce [8] colocada sobre el muro nos recuerda  que el poeta José Zorrilla murió en esta casa en 23 de enero de 1893, según cuentan enfermo y en la mayor pobreza [9]
En alguna ocasión hemos declarado nuestra simpatía por Zorrilla, cuya casa en Valladolid visitamos no hace mucho y al que en estas fechas del destemplado mes de Noviembre que se aproximan recordamos un poco más por su pieza impar “Don Juan Tenorio” de tanta circulación teatral en tiempos pasados. La primera representación de esta obra – alguien dijo que en los ripios de Don Juan hay contestación para cualquiera de las múltiples situaciones de la vida- la vi con mis padres, a la edad de ocho años y desde entonces me siguen pareciendo atractivos sus fáciles versos, en especial el monólogo del escultor, mi favorito.

Es una pena que Don Juan no tenga ya adeptos y que los gustos y preferencias, producto de las influencias de otras culturas, hayan evolucionado hasta el punto de vernos arrastrados en estas fechas por las modas del Halloween con sus brujas de cuentos y sus calabazas a modo de linterna. Por llevar la contraria, este 1 de noviembre prometo tomar en mis manos una edición de Don Juan Tenorio y leer en  voz alta sus sonoros versos:

“Ah, mármoles  que mis manos

Pulieron con tanto afán,

Mañana os contemplarán

Los absortos sevillanos;

Y al mirar de este panteón

Las gigantes proporciones

Tendrán las generaciones

La nuestra en veneración.

Lo dicho. Para siempre Don Juan.

© Manuel Martínez Bargueño
Octubre 2012 (última revisión del texto, noviembre 2012)



[1] La información viene de Mesonero Romanos en “Descripción de la Corte y  de la Villa de Madrid”(1833), volumen I, pág. 172, aunque en el “Catalogo provisional historial y razonado del Museo de Pinturas del Museo del Prado" de Gregorio Cruzada Villaamil (1865) ya se atribuye esta obra a Giovanni Francesco Penni, il fattore, (1488-1528) discípulo muy querido de Rafael. La enciclopedia  on-line del Museo del Prado mantiene esta atribución conjunta con la de Giulio Romano (taller) y recoge la historia del cuadro.
 
[2] El convento de Santa Teresa de carmelitas descalzas se encuentra desde 1893 en la calle Ponzano 79.
 
[3] Los Jardines Orientales, en el solar del derribado convento de Santa Teresa eran uno de los varios jardines de recreo creados en el siglo XIX  para uso y disfrute de los madrileños. Eran unas zonas verdes arboladas y ajardinadas que se abrían al público solo en primavera, verano y parte del otoño y en los que no solo se podían pasear y tomar el fresco sino también presenciar diversos espectáculos como conciertos, representaciones teatrales y fuegos artificiales. Además contaban con otras diversiones, pistas de patinaje, tiro al blanco etc. así como con cafés y restaurantes. Tuvieron una gran acogida por parte del público (información tomada de MadriPedia).
 
[4] Seguramente los marqueses de Bedmar. 
 
[6] Según otro informador la propiedad del inmueble  pertenece a un  ministro del actual Gobierno  de la Nación.
 
[8] La instalación de esta lápida fue patrocinada por el Círculo de Bellas Artes y se colocó el 1 de junio de 1916.
 
[9] Toda España se conmovió ante la pérdida del mas estimado de sus poetas. Su cadáver fue trasladado al Real Academia de la Lengua que entonces estaba en la calle Valverde, 26. El salón de actos se convirtió en capilla ardiente. Una gran multitud acudió al entierrro. Sagasta representó al Gobierno. El dia 25 los restos mortales de Zorrilla  recibieron sepultura en el patio de Santa Gertrudis de la Sacramental de San Justo. El Ayuntamiento de Valladolid los trasladó a la ciudad castellana  el 2 de mayo de 1896. 


Cárcel del Saladero

Bandidos en la Cárcel del Saladero

En 1831 los madrileños proscritos dejaron de «dormir bajo el ángel» -dicho castizo que hacía alusión al ángel de la cornisa del Palacio de Santa Cruz, antaño Cárcel de Corte-. Fue el momento en que

ABC Hemeroteca > 17/08/2007 > 

En 1831 los madrileños proscritos dejaron de «dormir bajo el ángel» -dicho castizo que hacía alusión al ángel de la cornisa del Palacio de Santa Cruz, antaño Cárcel de Corte-. Fue el momento en que un antiguo saladero de tocino cambia su uso para convertirse en la tétrica Cárcel del Saladero.
Seguramente el hecho de una peligrosa epidemia que se propagó por la Cárcel de Corte -y que los funcionarios temían se extendiera fuera de las rejas- provocó este cambio, en un principio provisional hasta la construcción de un «Presidio o Casa para los forzados y una Casa de corrección».


«Estrechos corredores»
Los libros de arquitectura recuerdan las trazas de este edificio, primero cárcel y luego correccional para jóvenes. Situado frente al también desaparecido convento de Santa Bárbara -casi en las afueras de la ciudad-, fue construido por Ventura Rodríguez en 1768 como casa para la matanza de cerdos, saladero y provisión de tocino. Por tanto, era un gran caserón típicamente dieciochesco, de tres pisos y con una fachada de ejecución sencilla, pero bella. Sin embargo, Ángel Fernandez de los Ríos, en su «Guía de Madrid» publicada en 1876, recuerda que era «un edificio lóbrego, oscuro, tenebroso, de estrechos corredores e inconvenientes habitaciones, donde viven confundidos los acusados de delitos leves con sospechosos de los crímenes más atroces; los sentenciados y rematados en espera de ir a su destino, con los que todavía tienen en sumario su proceso; los jóvenes que apenas han puesto el pie en la senda del vicio, con los más endurecidos criminales».

Por ello, sus lúgubres celdas acogieron a presos como los bandoleros Luis Candelas o Francisco de Villena, más conocido como Paco «el Sastre»; a políticos como Nicolás Salmerón o Fernando Garrido; al cura Merino. al abogado Salustiano Olózaga...
Derribada

Cumplió su función penitenciaria hasta mediados de 1884, fecha en que fue sustituida por la Cárcel Modelo, en la plaza de la Moncloa. Un año después, en 1885, fue derribada para construir sobre el solar el palacio de la marquesa de Guevara, en la actualidad ocupado por un Banco.
Pero volvamos a esta prisión, una de las más conocidas de la época. No sólo las numerosas fugas de reos y sus talleres de falsificación de billetes convirtieron a la Cárcel del Saladero en una institución famosa. También la confusión de edades y criminalidad, las conspiraciones continuas, las estafas y las luchas entre presos y contra los guardias llenaron numerosas páginas en sumarios judiciales. Recordemos ahora a algunos de los prisioneros más famosos que dieron con sus huesos en sus celdas.
Luis Candelas y el cura Merino.

Por ejemplo, el famoso Luis Candelas Cagigal, que entró por primera vez en la cárcel a los 21 años. Como en la actualidad, todo reo debía ser fichado al entrar y en el caso de nuestro famoso bandolero, se anota en sus datos ladrón «espadista» y «tomador del dos». Lo demás ya es historia conocida...
Seguimos ahora con un religioso, el famoso cura Merino que terminó sus días ejecutado en el Campo de los Guardias. Este singular personaje atentó con un puñal contra Isabel II en una galería del Palacio Real cuando se dirigía a la presentación de su hija la Infanta Isabel hacia la Basílica de Atocha. La historia se ha encargado de recordar que este suceso no tuvo mayores consecuencias gracias a las ballenas del corsé que lucía la reina. Aunque tras el juicio se demostró que el cura no tenía cómplices y que estaba trastornado mentalmente, finalmente fue ejecutado.
Seguimos ahora con otro bandido, también amigo de Luis Candelas -fue su segundo lugarteniente- y que compartió fechorías con la banda de Mariano Balseiro. Hablamos de Francisco de Villena, más conocido como Paco «el Sastre», cabecilla de una banda que campaba a sus anchas en la Pedriza allá por 1840.

Este madrileño fue detenido el 5 de enero de 1838 e internado en la cárcel del Saladero, de donde se fugó un año más tarde con su socio Balseiro, también preso allí. El motivo de su arresto no fue otro que el secuestro de dos hijos del rico Marqués de Gaviria, intendente del Palacio Real. Manuel y Paco, que así se llamaban los niños, seguían sus estudios en las Escuelas Pías de la calle de Hortaleza.
Secuestro y rescate.

Como regularmente pasaban los fines de semana en una finca familiar de Valdemoro, una tarde, un falso criado en coche de caballos reclamó a los dos niños para su traslado, cumpliendo -decía- los deseos del marqués. Sin embargo, el fin no era otro que el secuestro para pedir después un rescate -tres mil onzas de oro, dicen las crónicas-.

Pero el padre prior, que habitualmente salía a despedirlos, se dio cuenta de que el carruaje no era el del intendente ni el cochero tomaba la dirección correcta -en realidad tomaban camino hacia el campamento del bandido en La Pedriza-. Se puso en contacto con el padre y pronto se organizó una batida por los alrededores, por lo que los ladrones abandonaron a los niños a su suerte.
Pocos días después, Paco «el Sastre» y su socio Balseiro fueron descubiertos casualmente en las proximidades del Rastro y detenidos después de una persecución espectacular por las calles aledañas.
Finalmente, el 20 de julio de 1839, a las once y media de la mañana, fue ejecutado el primero de ellos en un patíbulo levantado en el paseo de Pontones, cerca de la Puerta de Toledo. Media hora antes ya había dejado de respirar su socio.




Situación: Plaza de Santa Bárbara c/v a Sagasta
Otros nombres: Saladero de tocino
Autor/es: Ventura Rodríguez
Fecha de construcción: 1768
Destino actual: Desaparecido

El edificio fue construido por Ventura Rodríguez en 1768 frente al convento de Santa Bárbara destinado a matadero de cerdos y saladero de tocino. En la planta superior estaban las habitaciones de los dependientes. Desde principios del siglo XIX hasta 1884 se destinó a prisión instalándose aquí la cárcel de la Villa, la de la Corte y la de jóvenes constituyendo el primer establecimiento penitenciario de Madrid. El edificio se derribó hacia 1887 y, en su lugar, se construyó en 1920 el palacio de la condesa de Guevara, ocupado en la actualidad por el Banco del Crédito a la Construcción.

Ventura Rodríguez, por Francisco de Goya (1784).NationalmuseumEstocolmoSuecia.

Plaza de Santa Bárbara

PLAZA DE SANTA BARBARA

La Plaza de Santa Bárbara, se encuentra situada junto a la Plaza de Alonso Martínez y a ella desembocan calles como: Hortaleza,  Serrano Anguita, Santa Teresa y Orellana. Al parecer el nombre procede del convento de Santa Bárbara que estuvo situado entre las calles de Génova y Santa Teresa.
Comenzaremos nuestro recorrido por la historia de la plaza remontándonos al Siglo XVII y nos serviremos del Plano de Pedro Texeira de 1656 en el que podemos apreciar la antigua Puerta de Santa Bárbara.


La Puerta o Portillo de Santa Bárbara como también se la denominó se encontraba situado en la cerca de Felipe IV muy próximo al convento de Santa Bárbara. Fue construido conjuntamente con la cerca en el año 1625, disponiendo de un solo arco de ladrillo.
Fuera de la cerca, a la izquierda del camino de Hortaleza, se encontraba un molino que no se sabe con certeza de quien era la propiedad, algunas fuentes nos indican que era propiedad del convento de San Plácido. El citado molino se convirtió en fábrica de pólvora en los comienzos del Siglo XVIII.
Será en el año 1721, cuando se instale en los terrenos del molino, la Real Fábrica de Tapices que en la actualidad se encuentra junto a la Estación de Atocha, en concreto en la calle Fuenterrabía.

Recreación de la primitiva Fábrica de Tapices

La fundación de la Real Fábrica de Tapices fue una iniciativa de Felipe V aproximadamente por  el año 1721 con la intención de crear una industria de tapices en España capaz de competir en prestigio y calidad con las manufacturas flamencas, evitando de esta forma tener que recurrir a tejidos foráneos para la decoración de los Reales Sitios como: La Granja, Aranjuez y el Palacio Real.
La Real Fábrica de Tapices se creó siguiendo el modelo francés y que mejor que traer un flamenco para ponerla en marcha. Felipe V, se trajo a la familia de Jacobo Vandergoten naturales de Amberes, que inmediatamente levantaron una primera fábrica fuera de la ciudad.  La Fábrica  permaneció en Santa Bárbara hasta el año 1882, siendo más conocida como Casa de Santa Bárbara.
Plaza de Santa Barbara primera mitad del Siglo XIX, señalizada en negro la Fábrica de Tapices, en naranja el convento de Santa Bárbara reconvertido en Fábrica de fundición y en rojo el matadero, posterior cárcel del Saladero.

El hijo de Jacobo Vandergoten, también llamado Jacobo levantó una nueva fábrica en el año 1734 en la calle Santa Isabel, con el fin de trabajar lienzos alternativos. El nombre de la Fábrica de Tapices de Santa Isabel, debe su nombre al cercano  Real Monasterio de Santa Isabel, la Fábrica de Tapices dio lugar al célebre cuadro de “Las Hilanderas” de Velázquez.
Pocos años después, en el año 1744, se unieron ambas fábricas bajo el patrocinio real. A partir de este momento pasa a denominarse Real Fábrica de Tapices, momentos es los que adquiere su mayor esplendor. Hasta este momento los tapices se elaboraban con los bocetos realizados por pintores de la corte y otros dibujos traídos a España por la familia Vandergoten. Comienza una nueva etapa incorporando nuevos diseños como los de los pintores: Mengs, Francisco Bayeu, Salvador Maella y especialmente Francisco de Goya.
Año 1894, nueva Fábrica de Tapices junto a la Basílica de Atocha
La evolución de la Real Fábrica siempre estará vinculada con la corona. Al frente de la Fábrica para controlar la economía se nombra un Intendente Real, que será quien establezca las contratas o sistema que recogía las condiciones para llevar a efecto los distintos trabajos. La dirección artística corre a cargo de los pintores de la Real Cámara, que serán los responsables de la calidad de los trabajos.
En 1750 se formaliza la tercera contrata que será la más importante asumiendo  la Fábrica la conservación y restauración de todas las tapicerías y alfombras de los Reales Sitios.
Con la guerra de la independencia se inicia una larga etapa de decadencia en la Real Fábrica. En 1860 la Corona cede a la familia Stuyck el uso del edificio, en régimen de alquiler, y se le permite una actividad mercantil con particulares. Con la incorporación a la Fábrica de encargos de personas particulares se podrá mantener a flote la Real Fábrica, ya que los encargos reales no son suficientes y no justificaban su existencia. A partir de este momento los tapices entran en declive, siendo sustituidos progresivamente por las alfombras.
Con la llegada al trono de  Alfonso XII comienza una ligera recuperación, pero debido a que la vieja fábrica no reunía las condiciones para los nuevos tiempos, en 1882 Alfonso XII autorizó la demolición de la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara para proceder al ensanche de Madrid,  ordenando la construcción de un moderno edificio en los terrenos del Olivar y Huerta del Convento de Atocha.
Imagen actual de la Real Fábrica de Tapices

En los terrenos situados entre la Plaza  de Santa Bárbara, y el Paseo de Recoletos se encontraban  tres conventos con sus respectivas huertas: Santa Teresa, las Salesas y el de Santa Bárbara. En la actualidad solo permanece Las Salesas, pero nosotros nos detendremos brevemente en conocer un poco la historia del convento de Santa Bárbara, pero antes de realizar la reseña del convento del que existen pocos datos, es casi obligatorio recordar a la Beata María Ana de Jesús que mucho tuvo que ver con la fundación del convento.
María Ana Navarro de Guevara y Romero, nació y falleció en Madrid, (1565-1624). María Ana vino al mundo en el seno de una familia relacionada con los círculos cortesanos, ya que el padre era peletero del rey Felipe II y posteriormente de Felipe III.
Placas que nos recuerdan a la Beata Mariana de Jesús, la primera en el convento de Don Juan de Alarcón en la calle Valverde número 15 y la segunda en la calle donde nació Santiago número 2

María Ana o Mariana como se la conocía, desde muy joven siempre quiso profesar en una orden religiosa, a pesar de la oposición de su padre casado en segundas nupcias y que tenía concertado el matrimonio de Mariana con un joven de la nobleza.
Dice la leyenda que Mariana se desfiguró el rostro con el fin de ser rechazada por su prometido. Verdad o mentira, lo cierto es que Mariana, se retiró como penitente en el año 1598  junto a la ermita de Santa Bárbara
Pudo subsistir con la ayuda de Fray Juan Bautista del Santísimo Sacramento, religioso mercedario y las limosnas de gentes vecinas de la ermita. Vivió en una pequeña casa junto al convento  de los mercedarios descalzos, dedicándose a la oración y a conseguir ayuda para los más necesitados. En el año 1613 es admitida en la Orden de la Merced.
Imágenes de la Beata Mariana de Jesús

Pronto comenzaron a extenderse por Madrid las apariciones y milagros que la acompañaban, dejando escritos describiendo las apariciones que había tenido. Fallece el 17 de abril de 1624 en el convento de los mercedarios de Santa Bárbara a los 59 años de edad.
Antes de su entierro, el cadáver fue expuesto en público durante tres días y el pintor Vicente Carducho realizo mascaras mortuorias de la difunta Mariana. Poco después de su fallecimiento, dio comienzo el proceso de beatificación con gran apoyo del rey Felipe IV.
El día 31 de agosto de 1627 se abrió su sepultura, encontrándose el cuerpo incorrupto y los músculos flexibles y desprendiendo un aroma muy agradable. El rostro se encontraba desfigurado, no se sabe si fue consecuencia de la realización de las máscaras mortuorias o de la leyenda de su desfiguración voluntaria. Los restos de Mariana, se volvieron a exhumar en los años, en 1731, 1924 y 1965 comprobándose que el cuerpo permanecía incorrupto.
En 1783 el Papa Pío VI la declaró beata y el Ayuntamiento de Madrid la coronó como Patrona de Madrid.
En la maqueta de León Gil de 1830, podemos observar señalizado en rojo el convento de Santa Bárbara, en amarillo el matadero y posterior carcel del Saladero, la estrella azul nos indica el lugar donde se contruiría el palacio del conde de Villagonzalo en  1862 y la estrella naranja indica el lugar donde se construyó el primer palacio del marqués de Ustáriz en el Siglo XVIII
El cuerpo incorrupto de la beata fue depositado en el convento de Santa Barbará, hasta la desamortización de Mendizábal en 1836 año en que fue trasladado a  la iglesia del Convento de Don Juan de Alarcón de Madrid situado  en la calle Valverde nº 15. El sepulcro donde reposan sus restos fue donado  por la reina Isabel II. Su festividad se celebra  el día 17 de abril.
Volviendo al convento de Santa Bárbara, el mismo fue fundado en el año 1606 por Fray Juan Bautista del Santísimo Sacramento en los terrenos que ocupaba la vieja ermita que a su vez era propiedad de los tratantes de la antigua plaza de Santa Bárbara. Fray Juan Bautista adquirió la propiedad con la ayuda de Francisco Martínez, Secretario del Concejo. Los trabajos de la iglesia y convento finalizaron en el año 1622.



Actual Plaza de Santa Bárbara

La iglesia fue destruida durante la invasión napoleónica y reconstruida posteriormente durante el reinado de Fernando VII. Después de la desamortización, el convento fue adjudicado en pública subasta a José Bonaplata para establecer en él una fábrica de fundición. Otras fuentes indican que a Bonaplata, le fueron adjudicados los terrenos del antiguo monasterio, en compensación por la pérdida de su fábrica de hilados y tejidos de Barcelona incendiada por los huelguistas de la fábrica en los enfrentamientos  de 1835. La Fundición llegó a contar con más de 80 obreros, dedicados a la fabricación de máquinas de vapor, prensas, faroles, balcones y una gran variedad de productos metalúrgicos.
En el año 1861, la viuda de Bonaplata vendió el terreno a la Sociedad de Crédito Inmobiliario que realizó un nuevo trazado de la zona similar al que podemos contemplar en la actualidad, bajo las directrices del Plan Castro.
En el año 1864 se reabre la Fábrica en la calle de Santa Engracia esquina con García de Paredes donde permaneció hasta principios del Siglo XX, construyendo ascensores de la firma Otis.
Toda la zona de Santa Barbará era un arrabal de gentes humildes y muchos de ellos se dedicaban a la cría de cerdos como medio de subsistencia, motivo que llevó a las autoridades a construir  un matadero frente al convento de Santa Bárbara. El matadero comenzó sus actividades en el año 1768 funcionando también como saladero de los productos del cerdo. El edificio en estilo dieciochesco, disponía de  tres pisos, con una bella fachada aunque de líneas sencillas. La planta baja era utilizada para  las labores propias del matadero y en las dos plantas restantes se ubicaban las oficinas y las viviendas de los operarios. La superficie aproximada del matadero era de 73408 pies (un metro cuadrado equivale a 10,76 pies).
Su construcción se atribuye a Ventura Rodríguez que por aquel entonces era arquitecto de la corte, en unos terrenos vendidos por el Duque de Arcos.

Imagen del antiguo Saladero de Santa Bárbara antes de convertirse en cárcel

Motivado por una epidemia de tifus en las cárceles de la Villa especialmente en la cárcel de Santa Cruz (actual Ministerio de Asuntos Exteriores) en el año 1931, los responsables del Consistorio, se dirigen a la Casa Real para solicitar el traslado de los presos a otro lugar y de esta forma impedir el contagio del personal de la Villa. Aceptada la propuesta, los presos son trasladados al antiguo matadero que pasará a denominarse cárcel del Saladero, considerándose que el edificio reunía las condiciones adecuadas máxime por encontrarse a las afueras de la ciudad.
El aspecto del Saladero, nada tenía que ver con una cárcel, ya que no disponía de protecciones exteriores, únicamente se podían contemplar las verjas en las ventanas. Provisionalmente se instaló una cerca de alambres para evitar la evasión de los presos y con el tiempo se fueron instalando algunos locutorios para las visitas. Pese a las reformas introducidas el Saladero, no reunía las debidas condiciones de salud tanto para presos como para vecindario.
Plaza de Santa Bárbara, los edificios del fondo ocupan el espacio donde estuvo el convento de Santa Bárbara
En la cárcel, en un espacio separado de los adultos, se encontraban recluidos los delincuentes menores de edad llamados “micos”, pero al igual que el resto de presos tenían que vivir en condiciones lamentables con mucha humedad y frió amen de tener que mantenerse con  poca y mala calidad de la comida.
Como en todos los recintos carcelarios, si disponías de algún dinero, podías alquilar una habitación un poco más decente. Existía la zona del Salón para presos distinguidos y el resto de reclusos vivían en los sótanos.
Dadas las condiciones de insalubridad del recinto, los empleados de la cárcel vivían fuera del recinto.
En esta cárcel estuvieron encerrados personajes ilustres como el famoso Luis Candelas, políticos como Nicolás Salmerón o Fernando Garrido, el cura Merino, o el abogado Salustiano Olózaga.
El Saladero dejó de ser cárcel en el año 1884, cuando los presos fueron trasladados a la nueva Cárcel Modelo de la Moncloa y en cuyos terrenos se encuentra el actual Cuartel General del Ejército del Aire.
Cárcel Modelo de Moncloa (1884-1939) 
 Un año después, el Saladero fue derribado y en su lugar se construyó  en el año 1920 el palacio de los condes de  Guevara. El edificio de tres plantas y bajo, fue levantado por el arquitecto Joaquín Pla Laporta en estilo neobarroco, destacando los torreones, las  rejerías, y las balconadas.
El palacio de los Guevara fue expropiado en 1939 con el fin de albergar distintas instituciones bancarias  que fueron cambiando a lo largo del Siglo XX, hasta que en 1999 pasa a formar parte de BBVA.
En el año 2006 se realizó una remodelación para adecuarlo a las necesidades requeridas por el  Centro de Innovación que hoy conocemos. Por suerte en la remodelación se respetaron  las fachadas y los elementos estructurales que nos permiten disfrutar en la actualidad de un espléndido edificio.
Palacio de los  condes de Guevara actual BBVA


Entrada al Centro de Innovación del BBVA


En la plaza de Santa Bárbara, podemos contemplar un magnífico edificio delimitado por las calles de Hortaleza, Mejía Lequeríca, San Mateo y la propia Plaza de Santa Bárbara. Cuando levantas la vista del suelo, lo primero que destaca poderosamente son sus aleros realizados en madera. Se trata del palacio del conde de Villagonzalo.
Aprovechando la ordenación urbana de toda la zona de las Salesas, entre los años 1862 y 1866, el conde de Villagonzalo mando edificar este edificio como residencia personal. El arquitecto encargado de las obras fue Juan de Madrazo y Kunt en estilo racionalista y neogótico que trataba de imponer el arquitecto francés Viollet-le-Duc. En resumen, Kunt  trato de recuperar una estética centroeuropea de origen medieval destacando el ladrillo, la piedra tallada, las rejas, los miradores y los aleros en madera tallada.
Detalles de los aleros del palacio del conde de Villagonzalo

El edificio es  de planta trapezoidal, adaptado a la forma de la parcela, el palacio está organizado alrededor de un pequeño patio central también de forma trapezoidal. Debido a la diferencia de nivel entre Santa Bárbara y Mejía Lequeríca, el edificio dispone de una planta baja en Mejía Lequeríca que en la actualidad está ocupada por una ferretería con mucha solera. El palacio sufrió dos reformas en los años 1916 y 1932.
Actualmente el palacio no está habitado, alquilándose para determinados eventos, como bodas,  presentaciones y actos publicitarios.
Palacio del conde de Villagonzalo en la plaza de Santa Bárbara

En este palacio vivió doña  María Luisa Maldonado y Salabert hija del séptimo conde de Villagonzalo, que era la propietaria del Humilladero situado en la calle de Fuencarral número 44, haciendo esquina con Augusto  Figueroa. María Luisa falleció el 11 de mayo de 1947, en su testamento, cedió el Humilladero a la parroquia de San Ildefonso que en la actualidad se encarga de su mantenimiento. El Humilladero de Nuestra Señora de la Soledad construido en 1712 por el marqués de Navahermosa, consistía en un arco con el lienzo de Nuestra Señora de la Soledad. Posteriormente el arco quedó cubierto por un tejadillo y por último se cerró el Humilladero quedando una pequeña capilla fabricada en ladrillo como la podemos contemplar en la actualidad. La capilla no tiene culto al público, como curiosidad diremos que hace no muchos años se celebraban algunas misas, con los fieles asistiendo desde las aceras, pero en la actualidad ya se han suprimido.
Humilladero de Nuestra Señora de la Soledad en la calle Fuencarral número 44
Miradores del palacio del conde de Villagonzalo vistos desde la calle Hortaleza


Junto a la plaza de Santa Bárbara, en concreto delimitado por las calles: San Mateo, Mejía Lequeríca, Beneficencia y Serrano Anguita, podemos observar un viejo caserón que se encuentra en fase de rehabilitación. Nada llama la atención del paseante salvo que te preguntes la razón por la que un edificio en ruinas se encuentre semi abandonado, ocupando una gran parcela en pleno centro de Madrid.
Palacio de Ustáriz en proceso de remodelación

Esta fue la razón que me llevo a investigar la historia del edificio, descubriendo que era propiedad de Don Casimiro Manuel de Ustáriz y Azuara, Marqués de Ustáriz. En un principio, a la casona se la conocía como palacio del marqués de Ustáriz y que algunas fuentes lo denominan palacio de los condes de Villagonzalo, curiosamente, frente al palacio del marqués de Ustáriz y delimitando con la plaza de Santa Bárbara existe otro palacio  propiedad de los condes de Villagonzalo y que al parecer perteneció también al marqués de Ustáriz.
Detalles de la decoración del viejo palacio de Ustáriz

En el año 1748, los inmuebles situados en la parcela nº 336 de la Planimetría General de Madrid y que pertenecían a la marquesa de Serra, pasaron judicialmente en proceso testamentario al I Marqués de Ustáriz como principal acreedor de la Marquesa.
El marqués de Ustáriz levantó un nuevo edificio en forma de U bajo la supervisión del arquitecto José Pérez. El edificio principal de tres alturas delimita con la calle San Mateo, el resto de edificaciones se destinaban a la servidumbre y caballerizas. En cuanto a la arquitectura solo cabe destacar el edificio principal cuya fachada se encuentra realizada en ladrillo, decorada con columnas, destacado el escudo en la parte superior del balcón, el resto de edificaciones que conforman la U, solo disponen de dos alturas, la entrada a las caballerizas se realizaba por la calle de la Beneficencia.
Fachada del palacio de Ustáriz en la calle de San Mateo, con los detalles de la decoración simulando columnas

Años más tarde, todavía en el Siglo XVIII, el palacio pasa a ser propiedad de Vicente Maldonado Rodríguez de las Varillas, III conde de Villagonzalo.
En 1878, se realizaron reformas en el palacio afectando a la fachada principal de la calle  de San Mateo y a las cocheras en la calle Mejía Lequeríca. Las obras fueron ejecutadas por el maestro Antonio Mayo.
En el registro municipal, figura el edificio de la calle San Mateo con el nombre de Palacio de Villagonzalo, es por esta razón por la que los dos palacios con el mismo nombre, nos pueden llevar a la confusión.
Plaza de Santa Bárbara, la estrella azul señala el palacio de Villagonzalo y la estrella roja señaliza el palacio de Ustáriz

En el año 2002 los herederos del conde de Villagonzalo, venden el inmueble a la sociedad inmobiliaria Palacio de Villagonzalo S.L. con el fin de transformarlo en un hotel de lujo. Aunque las obras dieron comienzo, desde el 2007 se encuentran parcialmente suspendidas por un proceso judicial abierto.
El edificio está inmerso en un proceso judicial derivado de la operación Malaya que afecta especialmente a Marbella. El Ayuntamiento de Madrid concedió licencia de demolición del palacio en septiembre  del año 2003, en contra de los estudios realizados por el Plan General Urbano de Madrid, que exigía la tramitación de un Plan Especial a la Empresa Promotora Palacio de Villagonzalo S.L.
Por suerte el derribo no se llevó a efecto y la empresa propietaria del edificio solicito licencia de rehabilitación con el fin de convertir el viejo palacio en un hotel de lujo. La licencia fue concedida en Diciembre de 2005
El Plan General de Ordenación Urbana de Madrid considera que el antiguo palacio del marqués de Ustáriz y posteriormente palacio del conde de Villagonzalo, por los elementos decorativos que incorpora en su interior, cualquier reforma tiene que ir encaminada a la protección tanto del edificio como del jardín y el contenido del antiguo palacio.
La fachada de la calle Mejia Lequeríca ha desaparecido con las obras, existiendo en su lugar una valla de obra.
En el número 1 de la calle Mejía Lequeríca, justo frente al palacio de Villagonzalo, se encuentra un bonito edificio adornado con reptiles en su parte superior, por cuyo motivo el edifico es denominado la Casa de los Lagartos.
El edificio fue proyectado en el año 1911 por el arquitecto Benito González del Valle, destinado a viviendas en alquiler. El edifico está construido en una curiosa parcela cuyas medidas aproximadas son cinco metros de fondo por unos 55 metros de fachada.
Casa de los Lagartos, las flechas nos indican la poca profundidad del edificio

Debido al poco fondo del edificio, cada  planta se corresponde con una sola vivienda y cuyas dimensiones se ajustan a las del edifico, con un largo pasillo que recorre todas las habitaciones, ya que estas se orientan al exterior al igual que las cocinas y baños. En la última reforma efectuada, la mayor parte de las plantas  han sido divididas en dos viviendas por planta.
Detalle de los lagartos trepando

La Casa de los Lagartos es uno de los mejores  ejemplos de la influencia del estilo de la arquitectura austríaca en Madrid, imitando las grandes edificaciones de la Viena de comienzos del Siglo XX.
La casa no deja indiferente a nadie cuando se observan los lagartos trepando hacia la cornisa como queriendo subir al tejado..
Decoración de la Casa de los Lagartos

En la última remodelación efectuada se ha recuperado la fachada con elementos decorativos como cenefas y lambrequines que enmarcan los huecos de las ventanas.


Para terminar nuestro recorrido por la plaza de Santa Bárbara, podemos acercarnos al quiosco situado en el centro de la plaza y poder adquirir algún libro sobre Madrid a precios muy asequibles, o comprar unas flores para cualquier regalo que tengamos pendiente.
Se trata de un pequeño quiosco que se instaló después de la última remodelación de la plaza. El quiosco actual sustituye al antiguo quiosco construido por el arquitecto Manuel Valcorba en la década de los 40 del pasado siglo y que en sus bajos disponía de servicios públicos.
Antiguo quiosco en la plaza de Santa Bárbara

Frente al quiosco, en el lugar que se levantó el convento de Santa Bárbara, se encuentra una de las cervecerías con más solera de Madrid, se trata de la cervecería de Santa Bárbara.
Recopilando datos de la propia cervecería, queremos realizar un breve recorrido por la historia de esta emblemática cervecería.
En el año 1815 el Conde de Moctezuma de Tula y de Tultengo otorgó la licencia para establecer la fábrica de cerveza Santa Bárbara en la calle Hortaleza, nº 2.
 La denominación del condado, hace referencia al monarca azteca Moctezuma y fue otorgado por Felipe IV en 1627, posteriormente, cambió la denominación por condado de Moctezuma de Tultengo, otorgado por Carlos II y posteriormente Carlos III le concedió la Grandeza de España en el año 1766.
Cervecería Santa Bárbara con la fachada en obras

En 1966, quedó abierta la cervecería Santa Bárbara en la plaza del mismo nombre. En la cervecería  Santa Bárbara presumen de  tirar la mejor cerveza de Madrid debido a la experiencia adquirida a lo largo de casi 200 años. El secreto es elegir una cerveza de calidad y Santa Bárbara elige la cerveza Mahou.  Una vez elegida la cerveza, el secreto está en el tratamiento de la misma como la temperatura, la presión, vasos solo para cerveza y lavados a mano.
Literalmente, el sistema de tirar la cerveza en Santa Bárbara se resume en los siguientes puntos:
1-  Antes de empezar, humedecer el vaso para conseguir la temperatura ideal.
2-  Aproximar el vaso ligeramente inclinado al caño del grifo. Abrir el grifo completamente y dejar deslizar la cerveza por la pared del vaso, llenándolo hasta tres centímetros por debajo del borde.
3- Dejar reposar unos instantes hasta que desaparezca la espuma.
4- Con el grifo en posición del mango a 45 grados provocar una corona compacta de espuma hasta el borde de la copa.
5- Servir entre 2 y 4 grados para disfrutar de la cerveza.
Cervecería de Santa Bárbara, imagen propiedad de la cervecería

Como curiosidad decir que D. Benito Pérez Galdós en los Episodios Nacionales, ya nombraba la cerveza de Santa Bárbara: "... su almuerzo, el cual, según después observé, era el mismo todos los días. En la propia mesa de su despacho le sirvieron una chuleta con patatas, una ración de queso Gruyère y un vaso de cerveza de Santa Bárbara. Cuando vino el mozo del café a recoger el servicio, don Francisco le pagó de su bolsillo, y seguimos trabajando."

 Para terminar nuestro recorrido, solo desearos que disfrutéis de la cerveza y el aperitivo en Santa Bárbara.

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