
La obra del edificio que nos ocupa tiene un nombre, "Todo es Felicidá", que es el conjunto de 68 dibujos realizados en una paleta de cuatro colores (negro, amarillo, azul y ocre) sobre un fondo blanco inmaculado. Textos y dibujos de personajes de las mitologías griega y romana se intercalan entre los balcones, que obligan a hacer una parada a todos los transeúntes que pasan por allí para admirar una fachada por lo menos, original.
El trabajo fue encargado por la propietaria del edificio, Leonor Túfera, cuando se dispuso en 2003 a la rehabilitación del inmueble. Fue a través de una Fundación, cuando el aparejador Luis Cercós propuso decorar la fachada. El artista no hubo que buscarlo muy lejos, fue su propio hermano llamado artísticamente Jack Babiloni. La rehabilitación duró hasta el año 2008 y fue en marzo de ese año cuando Babiloni pintó los dibujos en 24 días. Nosotros nos quedamos con la obra y no entramos en los expedientes sancionadores que surgieron del Ayuntamiento. Unos ven en la obra un simple arte grafitero y otros lo comparan con el estilo de Picasso. El caso es que unos años después sigue la flamante fachada blanca con los dibujos de Babiloni en perfectas condiciones y candidata a llegar a ser con el tiempo una obra de arte valorada y respetada por todos.
El autor: Jack Babiloni
Ante tal reto, Jack escogió la mitología griega como tema para vertebrar su creatividad y ha decidido titularla "Todo es felicidá". Así que Jack se puso manos a la obra y se subió al andámio (como podéis ver en la foto) y aprovechó la fachada como si un gran lienzo en blanco se tratará. Y en ese mismo andámio, y una vez vencido el vértigo, Jack nos dió un paseo de arriba a abajo y de lado a lado, con explicaciones sucintas sobre intenciones conscientes e inconscientes. Una auténtica gozada. Más allá del cariño que uno pueda tener a la persona está el respeto por el artista y Jack se lo gana en cada cosa que hace principalmente por el profundo compromiso moral que tiene con todo lo que hace. Y lo pudimos comprobar. Junto a cada representación babilónica de la imaginería helénica Jack nos regala una frase. A veces son caricias, otras puñetazos. Aquí van un par de fotos.
"No mientas nunca está (muy) feo", "No importa un carajo la belleza, importa la honestidad", "Si no enseñas habilidades físicas a tu hijo le estás enseñando a robar" son algunos de los babilonismos que se desparraman por toda la obra. No queremos descubrirlos todos aquí para que la experiencia no pierda la gracia pero si queremos mostraros que Jack, como hace siempre, ha escondido pequeños tesoros dentro de la gran obra, con la intención de jugar con el público. Nosotros queremos pensar que Jack sigue, como nosotros intentamos, la concepción holística de las cosas. Para el la obra es un sistema, formado por pequeñas y fundamentales partes. Una de ellas es el juego, los guiños al espectador, besos y abrazos, provocación y confrontación. Pero además, Jack utiliza para completar ese sistema un lenguaje visual riquísimo. Usando una paleta limitada a cuatro colores (azul, ocre, negro y amarillo), con pinturas garantizadas por 250 años lo que indica claramente la intención de permanencia, Jack nos consiguió conmover en varios momentos pero, sobre todo, nos hizo sentir que estabamos ante algo importante y, necesariamente, polémico. Por momentos, pensabamos en Basquiat, pero inmediatamente nos venía a la mente Picasso. En otro de los pisos creíamos ver arte africano y, en ocasiones, la ingenuidad de nuestro amado Mariscal vestido con caligrafía zen.
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